viernes, 5 de febrero de 2010

Extraño...


Como el ratón de serrín frente al gato de trapo, como el gato del cuento pero sin botas, como el amante fiel que hace de testigo de la novia, o como ese pato solitario en el Manzanares…
Así de extraño, en ocasiones, el Homérico viajero suele sentirse al volver a Itaca, donde ya no le aguarda ninguna Penélope… porque se olvido de deshacer lo tejido y al contrario siguió tejiendo por las noches…
Deambula como un extraño en su ciudad, acompañado solo de la soledad; escrutándolo todo con la fascinación de un chiquillo explorador; saboreándolo todo como si fuese la primera vez, buscando quedarse para siempre, una vez mas, con esos aromas y sabores que alguna vez fueron suyos…
Y se detiene un largo instante e inspira hondo, con fuerza, inundando cada uno de sus alvéolos pulmonares con ese aire fresco de montaña…
Y de pronto todo le parece extrañamente familiar, y los sentidos lo devuelven al pasado donde se quiere quedar, pero el presente también es fuerte y con enjundia se lo hace notar.

CC

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