miércoles, 22 de enero de 2014

Can´t keep calm


Parece ser que no se extrañan aun estas palabras en lo que va del año… Pero no importa; ni yo mismo me echo en falta después de un lunes solitario, y el martes estoy harto ya de mí. Lo que sí que importa, y mucho, es este mundo que habitamos por el que parece ser ni siquiera nos inmutamos mientras se cae a pedazos… pueda parecer que exagero con inútiles expresiones fatalistas, pero me avergüenza sobremanera nuestra forma de actuar para con nosotros mismos. Absortos como hasta ahora, en un conformismo individualista, no seremos capaces de erigirnos como una sociedad conjunta contra el conjunto de las injusticias que nos someten, o a las que nos dejamos someter. (¿?)
    
Reviso internet de forma pausada, pero no exhaustiva, tratando de acertar en mi intromisión virtual. No caer en el desanimo de las noticias diarias, que parecen repetirse día si, día también. Zambullirme en la novedad musical, para despreciarla después; mal asumiendo quizás que toda la buena música que se podía hacer ya está hecha… y ¡pum! Me tengo que tragar mis palabras. Reviso también artículos interesantes, o no tanto, en blogs amigos, en webs diversas o en recomendaciones puntuales… y así, tropiezo en una entrada que leo con progresivo desanimo; la misma que argumenta que nuestra postración ante la situación peninsular actual es un problema psicológico. Hace referencia  al bombardeo de imágenes y noticias a las que estamos expuestos, y que al ser muchas, son estas las que no nos permiten concentrarnos, las que no nos dejan reaccionar… ¡Mierda! (digo) No puede ser esta la razón; me parece ridícula además de humillante, me suena a excusa más que a causa. Puede que todo ello tenga algo que ver, pero no puede ser la única razón por la cual seguimos como zombis aceptando resignados la mierda que nos echan. No será quizás que el origen de esta parsimonia colectiva esta en nosotros mismos, amén de la publicidad o el bombardeo informativo del que somos objeto (!?) Acaso no nos hemos aborregado y dejado domesticar. Acaso no nos hemos dejado comprar (!?) Nos han otorgado un empleo con un sueldito mediocre que nos ha permitido ser propietarios de algún móvil,  un coche o un piso, para así parecer “dueños” de algo. Un dinero justo para pagarlo, no demasiado, no vaya ser que podamos ahorrar; solo lo suficiente para pagar nuestros bienes adquiridos, los mismos que son ya una preocupación e interés en nuestras vidas. Una vida programada para levantarse día tras  día a trabajar (mientras otros se llenan los bolsillos a raudales con nuestro sudor), por un sueldo justo para llevarte un pan a la boca y poder pagar esos tus bienes de los que tan orgulloso te sientes. Y te sientes libre, dueño de tu mediocridad, de tu conformidad individual que te aleja de un pensamiento comunitario tan necesario. Cuando de pronto parpadeas y vuelves, como Míster Manila, a la realidad… y en realidad no eres dueño ni de tu vida, ni de tu libertad, ni siquiera de esos “bienes” que creíste eran tuyos.
   
Me muerdo la lengua antes de admitir con resignación que cualquier tiempo pasado fue mejor; eso sería ser mezquino (ruin) conmigo mismo, contigo… porque este es nuestro tiempo, nos pertenece el presente, y no podemos estar tranquilos.

“Que no me lloren, que luchen” JLS