No estoy a favor de los dictadores, ni mucho menos, pero me llama la atención ver a Gadafi, dictador de moda y en cuestión, en fotos no amarillas, estrechando las manos y recibiendo honores de los lideres más importantes de occidente; los mismos que hace 4 días se reunieron para iniciar una ofensiva militar en su contra, olvidando abruptamente, en un abrir y cerrar de ojos, los aparentes buenos momentos que nos mostraron los medios de comunicación.
No niego, además, que es probable la necesidad de un espacio de exclusión aérea y de esta ofensiva para salvar la vida de civiles libios, que puede esta ser la razón justificante a la que se aferra occidente para, valga redundancia, justificar sus recientes acciones; pero… y es en este momento en el que entran las dudas y cuestiones… si se sabía anticipadamente los modos y maneras del gobierno de Gadafi, y de tantos lideres autócratas del mundo árabe, ¿Por qué no ser coherentes con el pensamiento democrático que se nos vende y ofrece en occidente, haciendo notar la distancia con los antes mencionados y algunos ya derrocados gobernantes? ¿Por qué esperar hasta el último momento para ello? Hacer leña del árbol caído, aprovechar la coyuntura y señalar con el dedo acusador, olvidando que ese dedo es parte de la mano que se estrecho afablemente o cínicamente con la del dictador, la misma que firmó contratos de venta de armas con el mismo dictador, me deja, como parte (que intenta ser en parte coherente) de este mundo occidental, en el proclamamos la vida en democracia y libertad y un NO rotundo a los dictaduras y a violación de los DDHH, un agridulce difícil de tragar.
Solo me (nos) queda esperar que esta guerra aprobada por el consejo de seguridad de la ONU(EEUU, Francia, GB, Rusia, China, y diez más que rotan), no se dilate, ni tenga las razones oscuras (negra) que hubo tras la invasión a Irak; que el pueblo libio, que por estos días se desangra en una guerra civil (de nuevo doblan las campanas) y el mundo árabe en general, logren sacudirse de personajes grises que han vivido a costa de la población, sabiendo sujetarse en el poder, en un primer momento avalados por un occidentalismo lleno de cinismo, que se veía afectado con ciertos beneficios energéticos y armamentistas comerciales, suficientes para hacerse de la mala vista esa que engorda.
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