El bohemio se pudrió mucho antes del milenio… acorralado
por la vida moderna, arrinconado por estos inevitables tiempos de rabiosa
actualidad. Cada vez hay menos espacio en este mundo para vagabundos y
borrachines. Los soñadores, los amorosos, poco a poco, lentamente mutilados,
separados de sus sedientas lenguas; sometidos a penosos trabajos, uno detrás de
otro; fútiles tareas que, como Hércules, arduamente deben completar. Ahogados en
su silencio, aferrados a una botella; una botella, último vestigio de rebeldía contra
la razón, contra la mentira. Ya no se trata de hacer el bien, simplemente de no
hacer daño, o hacer el menor daño… ¿¡Con eso debemos conformarnos!? El mundo ha
cambiado, y no de la forma que esperábamos. Si hay que derramar alguna lágrima,
que sea por los detalles, que nos atan como por un hilo a la cordura; las cosas
importantes que hacen la diferencia: las chicas encantadoras que envejecieron,
las ex novias que se casaron, la cerveza derramada sobre el mantel, la botella de
güisqui vacía a media noche, la bandeja de entrada llena de desolación =
cadenas absurdas o mails comerciales. Puede que me confundas con alguien que no
soy, que no aparento ser; después de todo solo soy un ser humano, propenso en
cada instante a hablar en vano. Me robaron el mes de abril, me dejaron varado
en febrero; acosado por lúgubres madrugadas, en las que mi cama es una balsa de
naufrago, desde la que no se avista Tarifa, o Miami, o su espalda…
Si no soportas la carga, o te aburren los inconvenientes =
el simple hecho de vivir è
Siempre está la puerta de salida, bien señalizada: Exit, Exit, Exitus Letalis
CC
https://www.youtube.com/watch?v=B8uJbE60hhg